25 de junio de 2013

Canciones diferentes

Se me escurren las horas,
Perdiéndose en la trémula luz que se disipa entre la neblina,
Quedan aún algunas palabras del crucigrama por llenar,
Sin embargo me distraigo,
Me inquieto esperando encontrar su nombre amalgamándose entre mis dedos.
De repente,
El teléfono comienza a cantarme desde la otra habitación,
Aúlla sobre mi cama,
Temeroso, solitario, escondido entre la oscuridad de mis almohadas.
Llego hasta él,
Incierta, temerosa y solitaria también,
Ha dejado de cantar, no era la canción que esperaba.
Quisiera hacer cantar a su teléfono,
Pero aún no sé la canción,
Todavía no tengo esas palabras que lo hagan bailar con mi voz.
Se aleja,
Cada día un poco más,
Mis dedos ya no se cruzan con su nombre,
Mis brazos ya no abrazan su recuerdo,
Y mi boca ya no besa su suerte.
Se aleja y me alejo yo también,
Esperando que al escurrirse las horas,
Volvamos a encontrarnos otra vez,
Y quizá ahí,

Tararear la misma canción.

Concierto poco usual

La oscuridad de la noche me acompaña,
mientras la tristeza comienza a dar su concierto habitual.

Recuerdo haberle preguntado varias veces,
si por fin ahora, encontraría su camino al umbral,
ese que buscó desaforadamente en callejones
que parecían cerrarse con la luz de la luna.

Ahora comprendo el silencio que embriagaba el lugar..

Comencé un nuevo camino,
varias horas atrás,
ansiando que la luz decidiera extinguirse entre mis labios
y que cual cigarrillo se esfumara con el viento.

Mas hoy advierto,
no es la luz quien aniquila la entrada a un nuevo sendero,
es el brillo de tantas horas de ausencia el que ciega
y no permite observar hacia donde se va.

Me disculpo por mis palabras,
si es que ahora como en un principio decidieron flotar.
Me disculpo si se derriten en tu espalda
provocando dolores que nunca imaginaste sentir.
Si ahora, moribundo,
has de encontrar puertas que no sabías siquiera que existían en este callejón.

Discúlpame corazón mío,
Por obligarte a latir tan fuerte sin haber encontrado mano que te sintiera.

He encontrado una nueva senda
una que no debería desenmarañar,
Una que desde el principio me decía ser un callejón abismal.
Abstemia de entradas y repleta de salidas,
aunada en resquicios en los cuales colgar,
temores, angustias y uno que otro placer.

Placer con nombre y apellido,
y por qué no,
con código postal.
Placer que se escapa a mi boca
y ahora me es prohibido nombrar.
Placer desmesurado en brillo,
que dejaría a esta historia sin final.
Discúlpame tristeza,
comienza ya tu concierto habitual.

Cuando la lluvia

Vacilan las letras de mi teclado,
Viendo pasar las horas en las que las palabras se ausentan,
El aroma de un recuerdo aún pasea por el salón,
Y la lluvia incesante de imágenes empapa mi almohada.

Hace frío,
Como no lo hacía desde hace mucho,
Torrentes de agua obstaculizan al horizonte,
Cegándolo,
Impidiéndole venir.

Quiere venir, yo quiero que venga,
¿Cuándo parará este aguacero?

Justo cuando el aroma intenta desaparecer,
Alguna melodía en la radio lo trae de vuelta,
Sigue lloviendo,  no quiere parar,
Y lejos se vislumbra
Al horizonte buscando formas para distraerse.

Sé que quiere venir,
Quizá él no lo sepa,
Quizá aún no reúne las fuerzas para hacerlo,
Esta lluvia necia lo detiene,
Lo apresa, lo contamina.

Está cayendo un aguacero en mi ciudad,
Algún día tendrá que parar,
Mientras tanto,
acá encuentro formas para resguardarte

Ahab

Entraste a mi cuerpo  inesperadamente,
Me hiciste sudar y hasta creerme viva,
Cambiaste en mi los hábitos,
Esos que construí en soledad (cuando me creía muerta).

Me levantaste entre versos
Y con las armonías de tu figura
rompiste la sombría marcha de mis palabras.

Un abrazo,
De despedida, de bienvenida,
Un simple abrazo bastó
Para hacerme dormir.

Curaste de mi la plañidez
Con el suave pistilo de tu boca,
Y como en una quimera
me ayudaste a volar

Me ragalaste un puñado de hojas claras
Y con tu mano sobre la mía
Volví a escribir.

Un abrazo,
De despedida, de bienvenida,
Un simple abrazo bastó

Para hacerme vivir.

Inédito

Si tu voz no fuera como miel que endulza mis noches,
Y tu sonrisa la paz que me embriaga en la madrugada,
Si tan sólo no deseara tenerte en mis manos para nunca dejar de verte,
Y así capturar en un envase la melodía que se escapa de tus labios.

Aunque no deba, mis sentidos no lo entienden,
Aunque no quiera tengo corazón rebelde,
Aunque mis noches no sean tan oscuras y mis mañanas tan tempranas,
Aunque nada de eso exista tengo ganas de tenerte.

Si tu sutil mirada nunca se hubiera cruzado con la mía,
Y sólo en mis sueños supiera de tu existencia,
Si el destino no quisiera jugar a ser el villano,
Y nos dejara escoger nuestro camino

Si la luz de una vela no hubiera iluminado nuestro encuentro,
Y al terminar la noche  hubiéramos continuado nuestro rumbo,
Si no quisiera saltar  a un barranco, tu barranco,
Y pasar el resto de mi vida con la piel erizada, como cuando te siento venir.

Aunque no deba, mis sentidos no lo entienden,
Aunque no quiera tengo corazón rebelde,
Aunque mis noches no sean tan oscuras y mis mañanas tan tempranas,
Aunque nada de eso exista tengo ganas de tenerte.

Lista de Supermercado



Encontré  un nuevo capítulo de aquel libro,
ese que empezó a entretejernos antes de siquiera enterarnos,
la escritura pareciera alterada y un tanto borrosa,
cual si la historia terminara ahí:
en un puñado de letras,
de líneas sin razón,
en un bosquejo de lo que podría parecerse a la felicidad.

Como una lista de supermercado,
repasada mil veces,
doblada y desdoblada otras mil más,
me reúso a resumirnos así,
hay más que pan y leche acá,
hay deseo,
necesidad
y algo más.

Encontré además,
una lista  que no podría ignorar,
una serie de razones para olvidarnos,
para postergar el placer,
para dejar los guiños y
alimentarnos de realidad.

Un conteo  doloroso de pros y contras,
una fila cargada,
otra  apenas recordada.

Una hilera entera de convencimientos,
apilados uno tras otro,
llamando retorcida a nuestra historia,
a veces imposible, inexistente,
e incluso fantasiosa.

En otra fila,
apuñadas y completamente solitarias,
dos líneas minúsculas y temblorosas,
con la sazón y el poder de lo olvidado
“placer” 
 “¿por qué no?”

Sonreí,
repasando  mentalmente cada capítulo del cuento,
pasé por mi oficina
y me excité como el primer día,
mi antiguo dormitorio,
un balcón lleno de recuerdos,
y una que otra fiesta.

Leí y entendí
cada palabra que aniquila la historia,
cada punto final,
cada cierre mal hecho,
cada temor,
cada consciencia,
cada razón,
sonreí.

Cada arriba, tiene su abajo,
Cada bueno, tiene su malo,

Cada inicio tiene su final.

18 de junio de 2013

Imaginemos

Y si indirectamente
Le hago una solicitud a su sonrisa,
Para que traiga consigo al verano
Que este invierno necesita.
Si,
A partir de hoy,
Dejamos los resabios para después,
Cuando los relojes nos sobren
Y se detengan a nuestro encuentro.

Y qué tal si no le digo al oído
Que lo quiero,
Mas usted me escucha susurrarle,
Desde lejos,
Que aún sonrío viajando
Por las calles que caminamos juntos.

Y si de repente,
Los fantasmas zarparan,
Dejaríamos entonces,
De temer antiguas maldiciones,
Y benditas serían cada una de las caricias,
Uno a uno los besos elevarían nuestro cuerpo,
Y cada camino se abriría a nuestro paso.

Por qué no,
Imaginemos si el engaño no existiera,
Si nunca antes hubieran cercenado nuestra alma,
Si no conociéramos el dolor,
Y la confianza fuera un bien común,
Tal vez ahí,
Caminar sería más sencillo,
No nos tomaría tanto tiempo encontrarnos,
Ni nos detendríamos antes de recorrer,
Con cautela y total recelo,

Las cicatrices de nuestros cuerpos.

13 de junio de 2013

Le propongo

Le propongo,
Que sus labios nunca dejen de nombrarme en besos,
Que cuando atardezca el almanaque busque en los rincones de mi luz,
Que seamos la respuesta al acertijo que aún no hemos planteado,
Y que le desabrochemos el sostén a la vida.
Le propongo,
Que nos bañemos en un aguacero de  abrazos,
Que empeñemos las lágrimas para comprar más sonrisas,
Que ahuyentemos a las sombras de los árboles secos,
Esos que han muerto en el jardín que divide nuestras almas.
Le propongo,
Que en las tardes de verano,
Humedezca  su  cuerpo en mi fuente,
La misma,
Que en invierno,
Le ofrezco para resguardarse.
Le propongo mil cosas,
Besos, Abrazos,
Caricias,
Risas, Carcajadas,
Cine, comida,
Música, Diversión,
Placer, ternura,
Teatro, Lectura,
Le propongo mil cosas.
Le propongo,
Locura,
Que podamos ver árboles de plumas
Y aves de gotas de rocío,
Para saber que seguimos soñando,
Que tanta dicha no puede ser cierta,
Y que una opción es nunca despertar.
Le propongo,
Que soñemos,
Que alucinemos con castillos de amplios pasadizos,
En los que fácilmente nos perderíamos para fusionarnos.
Le propongo,
Que nos perdamos,
Que olvidemos el dolor,
Que obviemos las penas,
Que dejemos la razón para quienes no sueñan,
Que seamos nosotros,
Usted los labios del naufragio
Y yo la Isla en la que encalla.

10 de junio de 2013

Historia en tres actos

Primer acto,
Ella lo recuerda
Mientras un suspiro escurridizo logra escapársele,
No logra despojarse de ese macabro nudo,
Ese que se le colgó en medio del pecho,
Impidiéndole, perversamente,
Ver más allá.

Decide levantarse e interpretar,
Muchas veces ya,
En otras vidas,
En otros tiempos,
Interpretó estar viva,
Sabiendo que su cuerpo yacía en un rincón oscuro de su habitación,
Olvidado hasta por las ratas,
Que ocasionalmente la visitaban desde el lote vacío de al lado.

Se tambalea hasta el baño,
Queriendo lavarse la angustia,
Abre el grifo dejando al agua aparecer en explosiones
Hasta encontrarse estrepitosamente con su cuerpo,
Logrando después descender hasta el desagüe,
Desapareciendo,
Dejando la angustia en su lugar.

Sin éxito,
Seca su cuerpo angustiado,
Toma el disfraz del día,
El que le ayudará en su papel en esta ocasión,
Lo usa,
Lo viste,
Queriendo aparentar que nada ha sucedido,
Nadie se entera,
Su cuerpo sigue en el rincón oscuro de aquella habitación.

Sale a la calle,
Esperando toparse con algún rostro conocido,
Deseando que la saquen de ese trance,
Del desdén,
De la ausencia,
“Al rato –piensa-
Me sorprendo olvidando”
No sabe qué pasó,
No entiende en qué momento se quebró el cielo,
No conoce las excusas,
No tiene más pretextos,
Se dispone a olvidar.

Segundo acto,
Él,
Escondido en su universo,
Desdibuja las sonrisas,
Esas que ella le guindó como paraguas,
Buscando secarse de un invierno incierto,
Obligando a su alma
Despojarse de cada recuerdo.

Lejos de su consciencia,
Repasa cada una de las imágenes
En las que ella reposa,
La visita en sueños,
La abraza,
Logra sentirla,
El aroma dulce su piel
Aún se cuela en su nostalgia,
La tersura de cada comisura
Aún es percibida por su tacto.
Intenta olvidarla,
Lo va logrando
A veces más,
Otras no tanto.

La había descubierto inocentemente,
Una noche en que no era su compañía,
La vio sonriendo,
Desplegándose en pasión,
La vio con una copa de vino,
Jugando azares que nadie sabía eran nuevos para ella.
Su presencia se fue notando,
Hasta convertirse en su cómplice,
Buscó alguna melodía para acompañarla,
Para agasajarla,
Para nombrarla disimuladamente.

Hoy,
Él,
No sabe qué pasó,
No entiende en qué momento se quebró el cielo,
No conoce las excusas,
No tiene más pretextos,
Hoy,
Se dispone a olvidar.

Tercer acto,
Ellos,
Cada uno respirando,
Viviendo,
Atascados en su propio barro,
Ya no hay poemas
Que los resucite,
Ni serenata que los embelese.

Ahora,
Cada uno engulle las palabras que deben callar,
Las lágrimas las absorbe el orgullo,
Se persuaden,
Tratando de tener éxito,
Que el miedo no apostó en esta partida,
Que las realidades son otras,
Que no se prenden de ilusiones
Y que el frío que los embarga
No se debe a la ausencia.

Ahora él,
Se convence en  su franqueza,
Como si nunca antes se hubiera mentido,
Ya no fantasea con aquel cuerpo,
Ni derriba fronteras,
Ya no nada mares de ensueño,
Ni busca pretextos para adorarla,
Ya no la besa,
Y el verbo que la acompañaba,
Es ahora utopía

Ahora ella,
Materializa su  quimera,
Conoce cada paso a seguir,
Conoce de encantos y hastíos,
Ha caminado ya estos senderos,
Se ha perdido en miradas,
Ha ocultado su sonrisa
Y desviado su atención.

Y es así,
Como ahora ellos,
Desteñidos y deformes,
Se desprenden de la historia,
Se despiden del capricho,
Bajan sus banderas

Y dejan de soñar.

5 de junio de 2013

Nada es lo que parece

Si alguna vez advierte que le he olvidado,
Sepa que en cada ausencia he plantado una fotografía,
Para que al quererse desdibujar su imagen de mis pupilas
Desde la oscuridad resplandezca una a una,
Como tomas de una película no hace mucho vista por los dos.

Y si alguna vez deja de escuchar mi voz,
No es porque ya no le cante melodías al vacío,
Es porque guardo mis palabras,
Para que puedan acompañar ese amanecer,
Con el que sueño por las tardes,
Cuando desvarío entre cigarros y café.

Si de pronto, 
Llegara a notar un desastre en mi mundo,
Entienda que solamente soy yo,
Ordenando,
Limpiando,
Haciéndole acogedora su llegada,
Evitando su partida.

Por eso,
Si alguna vez advierte que lo he olvidado,
Si no logra escuchar mi voz,
Y si de pronto,
Todo parece un desastre,
Comprenda que soy yo,

Preparándome para verle venir.