25 de mayo de 2012

El poder de la palabra

La palabra escrita, hablada, e incluso callada, es -a mí parecer- una de las armas más poderosas que poseemos los seres humanos, sino la más poderosa.
Una palabra bien dicha, usada en el momento exacto, puede ayudar a construir un universo diferente; es capaz de ser tan sanadora como aniquiladora, en momentos claves. Callarlas, realmente, sería un desgracia.
Si bien es cierto, mi profesión es la psicología, y para ésta las palabras son esenciales, tanto las que se dicen como las que no. El poder de la palabra en todas sus formas, va mucho más allá de sacar "la basura" que diariamente acumulamos dentro de nosotros. No sólo es sacarla, escupirla, vomitarla; es saber cómo ésta nos moldea, nos transforma continuamente en las personas que somos. Es entender que todo eso que decimos o no, es lo que nos define.
Las maneras que utilicemos para sacar "nuestra basura interna", están directamente ligadas tanto a antiguas técnicas que hayamos usado junto a la respuesta que obtuvimos, como a otras estrategias vistas en la otredad y aprendidas, ya sea por convicción de su eficacia o por conducta aprendida inconscientemente.
Sea como sea, lo más importante es saber el poder que tiene una palabra. Emplearlas, aprenderlas, entenderlas, poder saborear cada palabra al escucharla, al leerla, al tener contacto con ella.
El poder sanador de una palabra es, en su mayoría, más fuerte que cualquier antidepresivo que se pueda medicar, puede llegar a ser aun más potente que cualquier droga conocida. Hacer una "limpieza general" es tan necesaria a lo interno del ser humano como lo es en las calles de nuestro país. Sin embargo, la acumulación de restos continúa, por ignorancia, intransigencia, tozudez o por lo que sea.
Yo me pregunto: Si para nadie es un secreto que la proliferación de desechos en las calles es la principal autora del desbordamiento de ríos, alcantarillas y demás, ¿cómo nadie se cuestiona si el desborde conductual, llámese ira, por ejemplo, está directamente relacionado a la acumulación de "basura mental"?

Detengámonos aquí para pensar en esta pregunta un momento...

Ahora, ya que nos hemos cuestionado, que de pronto nos encontramos con este pensamiento tan "sui generis" (léase con sarcasmo), ahora que nos estamos convenciendo de decir "eso" que creemos nos está generando conflictos internos, tenemos que comprender que la asertividad y la eficacia de todo esto, se encuentra en "depositar la basura en el basurero correcto". ¿Qué quiere decir esto? Bueno, que tan dañino es recoger la basura de la calle para ir a tirarla a un lote baldío, como dejarla en la calle. Por lo tanto, la limpieza se debe hacer correctamente. Dejando esta metáfora a un lado, lo que intento decir es que, si hay palabras que he guardado recelosamente, que actualmente me generan desagrado, es hora de sacarlas. Y colocarlas en la persona o grupo que en un principio las generó. Sin indirectas, sin segundas intenciones, sin tratar de herir a otros, sino asertivamente. Y si de pronto, ahora es imposible hacerlo, siempre existen otros mecanismos para deshacerse de aquello que nos mantiene a disgusto, la sublimación por ejemplo.
Articulen, digan, hablen sobre aquello que los incomoda, la liberación y la tranquilidad viene justo detrás de eso. Las soluciones a sus (volviendo a la metáfora) "derrames comportamentales" están ahí, en LA PALABRA.

Sublimación

Unas cervezas,
unas palabras,
él,
ella,
la soledad.
Él se levanta,
revisa a su can,
se devuelve a su asiento,
mas en su camino encuentra un desvío,
atajo que lo deja tropezar con los labios de ella,
tropiezo que dura lo que le toma a Cigala preguntarse por “el día que me quieras”
De pronto...
Ella levita
aterriza en su regazo,
la mano de él curiosea en su cuerpo
la hebilla de su faja se rinde, así como el broche de su brasier.
Mientras tanto,
las gotas continúan bajando por la lata de cerveza,
menos llena que cuando llegaron al lugar.
Una explosión, la primera de muchas venideras.
una pausa...

Las gargantas de ambos aúllan pidiendo remojo,
se terminan las cervezas.
Vuelan entre miradas hasta el siguiente aposento
la luz cada vez más tenue se cola entre las sonrisas,
una música, otra,
los comienza a colorear.
La luz tenue... las sonrisas... los suspiros... el jazz
pronto el siguiente soundtrack empezó a sonar.
Unas piezas de jazz vislumbraban explosiones mayores,
y entonces, un piano, una voz, Alicia Keys se unió a la historia.
­Su voz cada vez más lejana,
opacada por los besos sangrantes de una pasión vieja…
Es ahora como los botones de un pantalón lo obligan a hacer su retirada
los acompaña el otro pantalón.
Los torsos desnudos se contemplan,
se reconocen del pasado
el tacto comienza a hacer su labor
examinando centímetro a centímetro un cuerpo que alguna vez palpó.
La música continúa adornando el aposento…
Una luz más tenue se requiere...
una lámpara colabora mientras otras luces se comienzan a evaporar, nunca por completo.
Una primera fusión se engendra
los dos cuerpos comienzan a levitar
de pronto, pareciera no rodearlos nada más,
simulan una masa, amalgamándose en el aire, fusionándose, explotando... explosivos.
Ambos se reconocen, una que otra risa se escapa,
Se colocan cuales piezas de un rompecabezas que muchas veces comenzaron a armar.
La respiración se intensifica
un vapor se desprende de sus cuerpos,
los sudores se mezclan
y esas bocas que no dejan de tropezar
un suspiro final, una explosión más...
otra pausa...

Palabras se escapan de sus bocas
los pájaros de la mañana se comienza a colar en la conversación
un abrazo, un beso más, un brazo en el cuello, un respiro en la espalda y los ojos se comienzan a cerrar.
El sonido de una alarma un poco peculiar les desviste las pupilas,
es un recordatorio de la labores que se deben hacer
él se levanta, la deja en la cama...
Son las 7 menos 10, él no lo sabe
saca la basura,
hace frío, vuelve a la cama
el brazo en el cuello
el beso en la espalda…
Los dedos traviesos vuelven a explorar
los ojos se cierran de nuevo,
calienta la mañana,
y calientan sus cuerpos otra vez.
El tacto esta vez va más allá....
rebuscando lugares que hace poco recorrió,
suspiros,
risas,
explosiones, sí, explosiones otra vez
no hay música ahora...
más que uno que otro pájaro
y los portones que los advierten de la posible llegada de un imprevisto.
Pronto,
sus cuerpos nuevamente se comienzan a fusionar
el sudor se mezcla
la pasión se rejuvenece
dos cuerpos desnudos
cuatro ojos entreabiertos
y esos labios que no dejan de tropezar.
Una explosión final,
augurio de que la historia está por acabar.
Una mirada cómplice,
una sonrisa antes vista,
un beso con sabor a mañana,
la ropa empieza a aparecer,
los estómagos rugen.
Se visten,
Los ojos de ella no se dejan de preguntar ¿cómo fue que olvidé los lentes oscuros en el sillón de la casa?
Salen,
Buscan alimento,
todo el país pensó igual,
deambulan por distintos lugares,
hasta que alguno abierto y casi vacío apareció.
COMIDA... bienvenida seas en mi cuerpo,
pensaron los dos.
La esencia de la naranja hecha néctar bailaba por sus gargantas
un alivio,
sentimiento de saciedad,
es hora de partir,
él paga la cuenta,
ella al vigilante de autos.
La conduce hasta su casa,
un último tropiezo... un beso final.

24 de mayo de 2012

Lloraré cuando tenga que llorar


Lloraré cuando tenga que llorar,
Gritaré al aire cuando sienta que mi voz se apaga,
Cuando casi enmudecida sepa que aún faltan cosas por decir,
Obligaré a mis labios moverse.
Me permitiré absorber cada sensación,
Dejaré que cada parte de mi cuerpo experimente,
Sienta.
La tristeza podrá hacerme compañía
Y en ciertas canciones,
El deseo y  la añoranza le pedirán algunos acordes.
La soledad será desplazada,
No tendrá más remedio que cortejarme,
Para quizá lograr a entrar a mi casa.
El balcón me sabrá diferente,
El vino más tinto, más seco, más distante.
Lloraré cuando tenga que llorar,
Pero también reiré cada vez que quiera reír,
Me permitiré sentir  dolor,
Lo degustaré apasionadamente,
Este dolor me recuerda que sigo viva,
Que soy de carne y que no soy ni eterna ni indispensable.
La soledad será desplazada,
Se la cambiaré al destino por letras,
Letras  en mi teclado que se transformarán en palabras,
Palabras de nuevos libros,
Palabras en la calle, en la casa, en el trabajo,
Palabras en el balcón.
Lloraré cuando tenga que llorar,
Empaparé mis almohadas en los instantes en que la distancia me acuchille la espalda.
Te extrañaré,
Y me permitiré hacerlo,
No trataré de persuadir cada sensación,
Extrañaré las palabras, cada una de ellas,
Extrañaré las copas, las risas, los enojos, el frío y el calor.
Te extrañaré,
Hasta que de pronto, no te extrañe más.
Saborearé el dolor,
Hasta que de pronto, no duela más.
Lloraré cuando tenga que llorar,
Y lo disfrutaré,
Por el sencillo hecho de ser un opción.
Y reiré,
Reiré tan fuerte que mis pulmones desarrollarán nuevos poderes.
Lo haré hasta que se me dificulte respirar
Y las lágrimas salgan a acompañar cada carcajada.
Y cuando no seás más que un recuerdo,
Un capítulo más de un libro que ya leí,
Te contaré que aquel libro no era sólo un capítulo,
Que eso quizá fue nomás que una introducción,
Que aún faltan muchos capítulos por conocer,
Nuevos personajes que embelesar,
Que el capítulo que vislumbramos no le hacía justicia al libro,
Que siempre hay un después,
Y que generalmente es mejor.
Por lo pronto,
Lloraré cuando tenga que llorar….