4 de septiembre de 2012

El destino de una historia


Nada de esto ha sido un accidente,
Ni tampoco una casualidad,
Haberte visto aquella noche,
Ignorando que tiempo después podrías  figurar.

Nada de esto ha sido un accidente,
Ni es en lo más mínimo una casualidad,
No haberte visto sino hasta cuando el agua bajaba por mi rostro,
Y cierta electricidad nos juntara los labios,
Para que esta vez un circuito los terminara por fusionar.

Tantas veces te vi,
Sentado a mi lado, riendo, respirando mi mismo aire,
Sin siquiera percatarme que ahora,
Tiempo después,
En una nueva realidad,
La distancia se ha convertido en una cómplice más,
De mis deseos de respirar el aire que suspirás.

Sólo un circuito bastó
Para que las pláticas comenzaran a fluir,
Y una canción se necesitó
Para que las palabras decidieran huir de mi boca,
Dejándome  inútil,
Ante un teclado frío que no logra encontrar la melodía exacta
Para regalarle a esta distancia.

No puede haber sido un accidente,
Ni tampoco una casualidad,
Que después de tantas horas compartidas
Sea ahora que quiera repetirlas constantemente,
Que sea hoy cuando me entere que no han sido suficientes  las copas,
Los abrazos, los besos, las risas y las lunas,
Que no ha sido suficiente lo que ya hemos  desvanecido.

No es un accidente,
Ni mucho menos una casualidad,
Que en esta realidad;
En la que los kilómetros juegan en nuestra contra
Y hay países, historias, trabajos y gentes en medio;
Me encuentre pariendo letras para vos,
Esperando que la distancia se acorte,
Que el tiempo vuele,
Y así podamos volver a aquella noche,
En la que la historia ya antes escrita,
Nos hizo encontrar.