Mirame bien, observa cuidadosamente lo patética que luzco
yacida en el suelo menos frío que cuando llegué; prestándole atención al gallo
desafinado que diariamente me despierta a las tres y cuarto, y a la tenue luz
que se cuela por la ventana de tu habitación, todo por el temor de perderme en
vos.
He preferido cerrar los ojos a notar que me observas con
detalle, a sentir que me sientes cuando me acerco, a temblar con vos por lo
confuso que es todo. Quizá por mi neurosis histérica, coloreada con delirios es que
siento que algo pasa entre nosotros o quizá por eso logro inventármelo.
Por ahora, mirame bien, hoy que salí de tu mundo, hoy que la
razón está presente, hoy que le pagué con sueños a mi soledad, hoy que soy
completamente ajena a tu risa, examiname hoy, porque mañana, probablemente me
derrita y vuelva a cerrar los ojos. Pero hoy, hoy soy capaz de ver a tus
palabras bailando para mí, hoy te veo de lejos y sé quién sos, hoy quien
tiembla sos vos y quien te observa soy yo, las palabras que hoy escuchás son
mías, porque hoy junto a una taza de café, probablemente no tan clara y suave
como la espuma de aquella cerveza o tan ligera como el humo de los pocos
cigarros aquella noche compartidos, las palabras se desprendieron de mí.