Primer acto,
Ella lo
recuerda
Mientras un
suspiro escurridizo logra escapársele,
No logra
despojarse de ese macabro nudo,
Ese que se
le colgó en medio del pecho,
Impidiéndole,
perversamente,
Ver más allá.
Decide
levantarse e interpretar,
Muchas veces
ya,
En otras
vidas,
En otros
tiempos,
Interpretó
estar viva,
Sabiendo que
su cuerpo yacía en un rincón oscuro de su habitación,
Olvidado
hasta por las ratas,
Que
ocasionalmente la visitaban desde el lote vacío de al lado.
Se tambalea
hasta el baño,
Queriendo
lavarse la angustia,
Abre el
grifo dejando al agua aparecer en explosiones
Hasta
encontrarse estrepitosamente con su cuerpo,
Logrando
después descender hasta el desagüe,
Desapareciendo,
Dejando la
angustia en su lugar.
Sin éxito,
Seca su
cuerpo angustiado,
Toma el
disfraz del día,
El que le
ayudará en su papel en esta ocasión,
Lo usa,
Lo viste,
Queriendo
aparentar que nada ha sucedido,
Nadie se
entera,
Su cuerpo
sigue en el rincón oscuro de aquella habitación.
Sale a la
calle,
Esperando
toparse con algún rostro conocido,
Deseando que
la saquen de ese trance,
Del desdén,
De la
ausencia,
“Al rato
–piensa-
Me sorprendo
olvidando”
No sabe qué
pasó,
No entiende
en qué momento se quebró el cielo,
No conoce
las excusas,
No tiene más
pretextos,
Se dispone a olvidar.
Segundo
acto,
Él,
Escondido en
su universo,
Desdibuja las
sonrisas,
Esas que
ella le guindó como paraguas,
Buscando secarse
de un invierno incierto,
Obligando a
su alma
Despojarse de
cada recuerdo.
Lejos de su
consciencia,
Repasa cada
una de las imágenes
En las que
ella reposa,
La visita en
sueños,
La abraza,
Logra sentirla,
El aroma
dulce su piel
Aún se cuela
en su nostalgia,
La tersura de
cada comisura
Aún es
percibida por su tacto.
Intenta
olvidarla,
Lo va
logrando
A veces más,
Otras no
tanto.
La había
descubierto inocentemente,
Una noche en
que no era su compañía,
La vio
sonriendo,
Desplegándose
en pasión,
La vio con
una copa de vino,
Jugando azares
que nadie sabía eran nuevos para ella.
Su presencia
se fue notando,
Hasta convertirse
en su cómplice,
Buscó alguna
melodía para acompañarla,
Para agasajarla,
Para nombrarla
disimuladamente.
Hoy,
Él,
No sabe qué
pasó,
No entiende
en qué momento se quebró el cielo,
No conoce
las excusas,
No tiene más
pretextos,
Hoy,
Se dispone a
olvidar.
Tercer acto,
Ellos,
Cada uno
respirando,
Viviendo,
Atascados en
su propio barro,
Ya no hay
poemas
Que los
resucite,
Ni serenata
que los embelese.
Ahora,
Cada uno
engulle las palabras que deben callar,
Las lágrimas
las absorbe el orgullo,
Se persuaden,
Tratando de
tener éxito,
Que el miedo
no apostó en esta partida,
Que las
realidades son otras,
Que no se
prenden de ilusiones
Y que el
frío que los embarga
No se debe a
la ausencia.
Ahora él,
Se convence
en su franqueza,
Como si
nunca antes se hubiera mentido,
Ya no
fantasea con aquel cuerpo,
Ni derriba
fronteras,
Ya no nada
mares de ensueño,
Ni busca
pretextos para adorarla,
Ya no la
besa,
Y el verbo
que la acompañaba,
Es ahora utopía
Ahora ella,
Materializa
su quimera,
Conoce cada
paso a seguir,
Conoce de encantos
y hastíos,
Ha caminado ya
estos senderos,
Se ha
perdido en miradas,
Ha ocultado
su sonrisa
Y desviado
su atención.
Y es así,
Como ahora
ellos,
Desteñidos y
deformes,
Se desprenden
de la historia,
Se despiden
del capricho,
Bajan sus
banderas
Y dejan de
soñar.